De leyendas y otras cosas
septiembre 13, 2018 9:33 pm Leave your thoughtsEn los últimos años, la CDMX ha capturado la atención de quienes buscan pasar este momento de manera diferente pero sin olvidar el motivo principal de Día de Muertos.
En los últimos años, la CDMX ha capturado la atención de quienes buscan pasar este momento de manera diferente pero sin olvidar el motivo principal de Día de Muertos.
Es la manera para expresar el recuerdo y cariño por quienes han partido, de celebrar con música y fiesta una tradición ancestral.
Lo que inició con chocolate y pan de muerto en el Zócalo, de a poco fue tomando fuerza para convertirse en una ofrenda monumental.
Es una caminata nocturna en el Cerro del Picacho, ya es una tradición entre los aguascalentenses como parte de los eventos del Festival de Calaveras.
A lo largo y ancho del país, existe un gran abanico de variedades con las que cuenta la panadería nacional. Entre esos panes encontramos un pan muy singular por su tradición y consumo, se trata del pan de pichón.
Al norte de Campeche, en el Camino Real que los españoles trazaron para comunicar la ciudad de San Francisco de Campeche con Mérida, se halla Pomuch, un pueblo maya de casas de piedra y palma que tiene la costumbre de acicalar los huesos de sus muertos.
Se presume como el único espacio museístico en su género en Latinoamérica y luce una galería con alrededor de dos mil obras, legado del grabador michoacano Octavio Bajonero Gil.
Un patrimonio de más de tres mil piezas, con creaciones de los maestros Posada, Tamayo, Fors, Manilla, Paladino y otros; te esperan dentro de este inmueble.
El corazón de la ciudad hidrocálida, desde hace más de veinte años, se llena de alborozo y algarabía en los últimos días de octubre y los primeros de noviembre cuando de sus calles salen cientos de personajes dedicados a un mismo tributo: la Catrina, esa calavera garbancera creada por el grabador aguascalentense José Guadalupe Posada.