Cuajinicuilapa y la fiesta de los diablos

septiembre 19, 2018 10:46 pm Published by Leave your thoughts

El punto de reunión de esa noche es el Barrio de la Iglesia donde se oye música y versos, los diablos han regresado, ellos son los intermediarios entre el mundo de los muertos y de los vivos.

Ver danzar a los diablos impresiona; son como venidos de ultratumba, gruñen todo el tiempo, andan con ropa oscura y en algunos casos desgarrada. Su andar es poderoso. Recorren las calles encorvados, zapateando con tal ímpetu que serían capaces de abrir el piso y despertar a los muertos. A fin de cuenta para eso salen del panteón, para traer por unos días los espíritus de los antepasados.

Por la mañana del 1 de noviembre, en la casa del promotor de la danza, se preparan algunas máscaras, estas deben ser de cartón doble para que no se doblen, las pintan de negro, les ponen cuernos de venado y las adornan con largas crines de caballo, y lo que se les ocurra para dejarlas más provocadoras.

Por la tarde, se reúnen en la casa del líder del grupo del Barrio de la Iglesia, la cuadrilla más antigua de Cuajinicuilapa. Ahí ya espera el tenango, o diablo mayor, arriando con su látigo a los inquietos y bromistas diablos mientras espera la salida de su esposa, la minga, mamá de los diablos, vestida con máscara de mujer, falda y blusa floreada, atributos excedidos y un bebé de plástico en el rebozo.

La minga es indispensable en la danza, sin ella el rito no sería lo que es. Debe ser muy activa y hacer reír a todos, también hacer movimientos exagerados, muy eróticos, pero al mismo tiempo poner disciplina cuando algún hijo se le sale de orden al importunar algún descuidado que pase cerca.

Así de a poco, las calles de Cuaji —como le llaman sus habitantes— se van poblando de seres del inframundo gracias al encuentro anual que organiza la Casa de Cultura. Diablos de distintos pueblos llegan para desfilar por la calle principal. Máscaras de cartón, de cuero, con crines o sin adornos, pintadas con rojo o blanco, la forma en que cada lugar las elabora y adorna es distinta, mientras tanto sigue el zapateo al son de los tres instrumentos, encaminándose hacia la plaza principal.

Al llegar, hay un breve tiempo para descansar y comer, mientras los espectadores apartan los mejores lugares de la explanada. Alrededor de las 19:30 horas, ya caída la noche, comienzan las presentaciones y es momento que el promotor de la danza suele tomar el micrófono para recordar a los danzantes finados y hablar unos minutos sobre el baile. Después del protocolo, salen los diablos con sus estruendosas pisadas, cada grupo intenta danzar con más fuerza que el anterior; cada minga trata de superar a su antecesora, haciendo reír al público con sus sensuales bromas. Así continúa el encuentro hasta casi la media noche.

Para el día 2 de noviembre los diablos siguen rondando las calles, avanzan en dos filas, bailan en las casas de quienes desean que le lleven a sus difuntos. Es el último día en que los muertos están ahí, y el momento para invitar a los diablos a los hogares; se les ofrece tamales, pan, refrescos, hay quienes incluso les da dinero, mismo que se repartirán al final del día. Al tiempo los altares se llenan de flores, comida y pan, este último es muy particular en la región, pues recuerda la figura de un hombre o una mujer; son una delicia, como también lo es el pozole.

Conforme la tarde avanza, el público y los diablos se preparan para acudir al panteón, se enfloran las tumbas, algunos llevan música y el camposanto se vuelve el punto de encuentro de toda la comunidad. Nadie sabe con certeza el origen de esta danza, unos dicen que venía en un barco que se hundió en una costa cercana, otros cuentan que se originó en estas tierras costeñas durante la época de la Colonia y como protesta ante la esclavitud de que fue objeto la población negra traída por los españoles.

Como haya sido, existe un lejana raíz africana, misma que da identidad a la población de esta costa. Mientras tanto, los diablos seguirán danzando, sacando y metiendo a los muertos del inframundo, por eso vuelven al panteón, pero regresarán el siguiente año.

Categorised in:

This post was written by Kenia Pérez

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *