Día de Muertos en Narárachi: correr por las almas

septiembre 14, 2018 8:34 pm Published by Leave your thoughts

Al suroeste de la ciudad de Chihuahua, entre profundas barracas y rodeado de un ambiente mágico, se localiza Narárachi; una población del municipio de Carichi, en plena tierra de los rarámuri.

Entre los pensamientos que rigen sus actos y su manera de relacionarse con su entorno, la muerte es uno de los actos más naturales que celebran de manera muy peculiar. Más que el Día de Muertos, aquí se festeja el momento de la partida de uno de ellos. La iglesia de Nuestra Señora de la Luz es testigo de la ceremonia de adiós para su hermano fallecido. El cuerpo, envuelto en una simple cobija, se tiende enfrente de la cruz.

Aquí la gente no llora, los familiares y amigos guardan sus sentimientos pues saben bien que su alma irá al cielo. Para ello, preparan todo lo necesario: a lado del cuerpo le acompañan agua y una bolsa de pinole, a manera de provisiones para su viaje. Arriba de la tumba de piedras colocan una cruz vestida con el collar del difunto.

Y bajo de esta cruz se arreglan sus fajas y sus zapatos para que corra bien. Después, un compañero rarámuri lo despide estoicamente, entonces sus familiares se alejan con la certeza que no regresarán más a ver la tumba.

“Así es nuestra vida”, dicen tranquilos; ahora, se disponen a preparar un gran convite. Las almas de los muertos se reúnen en el cielo con los antepasados, aseguran los rarámuri; y ellos mismos son como un espejo de la vida y de la muerte. Por ello, el hombre vivo debe acompañar el alma hasta arriba, con ayuda de toda la comunidad se celebra una fiesta para correr el alma al cielo.

La fiesta para los muertos siempre es un reparto de comida y tesgüino —una cerveza ligera de maíz—. Bajo la influencia de este famoso batari se danza hacía afuera de la casa gritando “adiós, se va el alma”. Las celebraciones de este tipo son muy pacíficas y sobretodo muy felices, llenas de humor. Se lanzan cosas del difunto al aire, como fotografías. Luego los jóvenes, hombres y mujeres muestran sus capacidades de correr para ayudar al alma a llegar arriba.

Si el alma no sube corriendo al cielo seguirá merodeando sobre la tierra ocasionando enfermedades. Si hay luces nocturnas, pájaros iluminados o piedras extrañas es imposible que suba el alma; para evitar el regreso del muerto es importante dar una hostia y repartir comida antes de correr el alma.

“Bailamos y corremos para mandar el alma al cielo, y hacemos esto varias veces durante el año. No hay un día festivo especial aquí en nuestra tierra, porque para nosotros, muchos días del año son días de los muertos. Vivimos con esa conciencia, una unión de vivacidad y de placer. Queremos mantener una sociedad de reparto y de igualdad. Luchamos para que se cumplan las leyes y las promesas”.

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This post was written by Kenia Pérez

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