Huautla de Jiménez : el tributo a la muerte y a la fecundidad

septiembre 20, 2018 5:33 pm Published by Leave your thoughts

Para la gente que lo habita sus tradiciones son motivo de orgullo, desde su lengua mazahua hasta su forma de entender y explicar el mundo. El tiempo transcurre pausado, en las cocinas se tejen historias mientras en las calles nadie maltrata a los perros y menos sin son negros, pues se cree que cuando alguien muere, ellos son quienes lo ayudan a cruzar “el río”.

Es precisamente la celebración de muertos uno de los momentos más memorables para los nacidos en Huautla. Aquí el recibimiento a las ánimas inicia el 27 de octubre con la llegada de los Huehuentones al panteón, donde piden permiso para iniciar las visitas de casa en casa danzando con música de violines, tambores, guitarra y cantos mazatecos.

Los Huehuentones son el vínculo entre la vida y la muerte, a través de ellos las ánimas envían mensajes al mundo de los vivos. La fiesta de los muertos coincide con el fin del ciclo agrícola. Las cosechas se comparten con los antepasados fallecidos, ya que ellos son quienes heredan y dan fecundidad a la tierra; a ellos se les pide su intervención ante los dioses para obtener buenas cosechas.

Una leyenda cuenta que en tiempos muy remotos, en Huautla abundaban aves gigantescas parecidas a las águilas, las cuales capturaban a los niños y a los ancianos para comérselos, por lo que a los mazatecos se les ocurrió cubrirse y protegerse con unos cestos, así las aves, en lugar de llevarse a la gente, se llevaban el cesto.

Es por esto que los Huehuentones preparan sus máscaras y atuendos, portan un llamativo sombrero con forma de cesto llamado nisin -en mazateco-, tejido con mimbre y raíces aéreas de hiedra; su diseño es de forma puntiaguda.

Aquí la fiesta de Todos Santos termina el 5 de noviembre. Durante estos días, las cuadrillas de Huehuentones recorren el pueblo, van de casa en casa llevando la alegría de su música y sus bailes; son la personificación de los antepasados.

De cada hogar, los danzantes se llevan el respeto de la gente y también canastos de comida tomada de las ofrendas; mismas que son adornadas con el arco tradicional hecho de carrizo y decorado con flores de cempasúchil y panes con figuras de difuntos.

Nadie puede ver cuando el grupo de danzantes se disfraza, ellos se dirigen al campo santo, en donde se visten con ropas viejas, se colocan sus sombreros de jonote y las tradicionales máscaras de madera, cubriéndose bien el rostro con paliacates para que nadie sepa quiénes son. Es aquí donde los Huehuentones regresan a las ánimas para que descansen durante un año. Su participación finaliza con el tradicional baile de La Calavera.

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This post was written by Kenia Pérez

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